domingo, 2 de noviembre de 2008

La carrera por la Casa Blanca



Ni las propuestas ni los debates, ¿qué es lo que realmente garantiza la victoria en Estados Unidos?

And the looser bites the dust

Ni los discursos, ni la campaña, ni un vice colorido ni las propuestas son los eslabones que definen un firme camino hacia la oficina oval. Al igual que en todo en mundo, la ingeniería electoral –método de contabilización de votos- es la llave al poder.

Más allá de la conocida característica bipartidista, Estados Unidos cuenta con un sin fin de condicionamientos que propiciaron en el 2000, por ejemplo, la victoria de George W. Bush cuando éste no contaba con la mayoría del voto popular.

Como en la Argentina previa a la reforma constitucional de 1994, los estadounidenses votan a sus gobernantes mediante un colegio electoral. Esto implica que el voto directo es sólo a representantes que luego emitirán, en el mejor de los casos, su voto positivo hacia el candidato que alabaron durante toda la campaña. Sin embargo, el poder de negociación política hace que estos 538 “representantes electos” –en el caso de Estados Unidos- puedan modificar su visión y, de este modo, garantizar la victoria de un candidato que no llegó a esa instancia con la mayoría indirecta.

¿Cómo se eligen a los miembros del Colegio Electoral?

El Principio de la mayoría –que también rige para contabilizar los votos en el Reino Unido- es una de las principales trampas en la democracia. Los estadounidenses votarán al candidato presidencial que les plazca, luego la suma de aquellos votos definirá el color político del miembro electoral que representará a ese estado en la asamblea. Esto quiere decir que si en un Estado como en el de California –que es el que cuenta con más delegados al órgano electoral- el candidato “x” supera sólo en un voto al candidato “y”, ese estado será un estado “x” por más que la diferencia entre ambos candidatos haya sido prácticamente nula.

Este tipo de contabilización de votos fue lo que le garantizó la victoria a Bush. En el 2000, el candidato republicano se llevó los 25 representantes de Florida, pese a haber superado tan sólo en 537 votos a Al Gore, el por entonces candidato por el partido demócrata. Si los votos hubiesen sido repartidos de un modo proporcional –fórmula más representativa-, Bush habría recibido 13 representantes y Gore 12, propiciando la indiscutible victoria demócrata.

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