lunes, 10 de noviembre de 2008

Escape

Mediodía de un lunes. Remis con destino al Hospital Rawson. Allí se encuentra mi próximo entrevistado. Su nombre, a qué se dedica y por qué quiero entrevistarlo no tiene mucha relevancia para lo que ahora quiero contar.

No soy de ir mucho para ese lado. Directamente, nunca voy. Esa zona sería Barracas, está cerca de Constitución también. Hay muchos edificios viejos y bestiales en cuánto a tamaño. Además del Rawson se encuentran en los alrededores los neuropsiquiátricos José T. Borda, Braulio Moyano y el infanto juvenil Tobar García.

"Uy, este es el Borda", le digo al remisero. Nos habíamos pasado, parece que el remisero tampoco es de transitar por estos sitios de la Ciudad. El auto da la vuelta y buscamos la entrada de acceso al sector del Hospital Rawson que quiero ir. Creo que lo encontramos, el remisero se detiene. De repente, atino a girar la cabeza para el costado y mirar por la ventanilla. A pocos metros, en una dirección de 45 grados un hombre estaba trepándose por la pared de un edificio contiguo para salir a la Avenida Amancio Alcorta. Ese edificio es... el Borda.

El remisero me pregunta si estoy segura que me tengo que bajar ahí porque me nota algo desorientada. "Sí, sí, es que me re quedé con ese hombre que estaba en la pared", le contesto y me dice "Ah, sí yo también". ¿Alguien más vió esa situación? No, solo nosotros dos.

Me dispongo a dirigirme al Rawson y realizar lo que tenía que hacer. Cuando salgo miro hacia la derecha, me quedo pensando en ese hombre que escapaba hacia quien sabe donde, ni él sabría. Solo deseaba escapar y sentir la libertad. Doy unos vagos pasos como yendo para ese lugar de donde habia emergido su figura. En mi mente un signo de interrogación pareciera flotar, todavía quedo absorta de lo que ví con mis propios ojos. Si dos ojos no son suficientes, cuatro ojos tomando la ayuda del remisero sirven para corrobar semejante escena.

¿Dónde estará ese hombre en este momento? ¿Dónde está la contención? Edificios que se vienen abajo, escaso personal para asistir a los internos e inexistencia de elementos adecuados para brindarles son parte de la realidad de los neuropsiquiátricos argentinos.

El Borda tiene una estructura enorme, comprende las calles Dr. Ramón Carrillo, Perdriel, Brandsen y Av. Amancio Alcorta. Como en tantos establecimientos de este tipo se puede observar la desidia política. Desde hace un tiempo, el Gobierno de la Ciudad quiere reformar el sistema de atención de Salud Mental. Entre los objetivos está tratar a los pacientes en niveles primarios, evitar las internaciones prolongada y cerrar los neuropsiquiátricos Borda y Moyano en 2 años para darles a esos edificios otros usos públicos.

Hoy veo a un interno escapándose del Borda y yo me pregunto: ¿Por qué nos dormimos en cuestiones serias como estás? ¿Por qué siempre en este país se espera a que sucedan las cosas para después actuar? ¿Son ellos los locos o el sistema político actual es una locura?


NOTA: Escribo estas líneas porque cualquiera puede ver un hecho como este y es necesario generar conciencia. Lamentablemente no tengo más pruebas que mis ojos, pero creo que esta crónica testimonio tiene suficiente valor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy buena nota, me re gusto.