viernes, 24 de octubre de 2008

"Mamengos": un linaje que vive debajo de las polleras de mamá





“A mamá las milanesas le salen mejor”, “Mamá cree que estaría bueno que la acompañemos de vacaciones a Chapadmalal”, “Mamá siempre me plancha bien las camisas”, “Mamá no está de acuerdo con que pasemos tanto tiempo juntos”.

Esas son algunas de las muletillas preferidas de la especie masculina más terrible y temida (por las chicas) : los eternos mamengos.

Para quienes tuvieron la suerte de no dar con alguno de ellos, ASI NO inició una cruzada con el objetivo de solidarizarse con las víctimas de estos hombres-pollera.

La definición popular de mamengo es simple. “Dícese de un hombre que no resolvió su complejo edípico y que va por la vida admirando desmesuradamente a su madre”. Al menos así lo explica el diccionario criollo femenino.

Sólo para ilustrar un poco. Algunos de los ejemplares más conocidos son Silvio Soldán y Cristian Castro. Ambos comparten la fascinación por las mujeres, ambos logran enamorarlas e inclusive casarse. Pero la historia se repite con la misma trama: llega el divorcio, ellas culpan a sus suegras y comienzan a tener actitudes extrañas.

Silvia Süller hizo de su divorcio una gran plataforma mediática en la que llegó a relatar en el certamen de Marcelo Tinelli cómo le gustaría asesinar a la madre de Soldán.

Gabriela Bo y Valeria Liberman (las ex del “cantante” mexicano) también padecieron una crisis nerviosa cuando el galancito las abandonó.

¿Es común encontrar un mamengo joven? Claro, para mal de muchas mujeres, la especie encuentra generación tras generación nuevos adeptos al culto de la “vieja superpoderosa”.

Aunque con un perfil más bajo, el último mamengo deschavado es Javier "el conejito" Saviola. En una entrevista para la revista Gente, Romanela Amato, novia actual del jugador, deslizó un comentario digno de una mamenga asumida: “Empezamos una historia con mucho amor, y todo sigue igual. El está con su mamá y yo me sumo a su vida”.

Para conocer un poco más acerca de este espcímen, ASI NO habló con la psicóloga Beatriz Goldberg, autora del libro Suegras: técnicas y estrategias para la supervivencia.

¿Cómo detectar a un mamengo?
Generalmente son hombres que están muy pendientes de la aceptación de los otros. Se los ve más débiles y más tiernos. “Otro de los rasgos característicos de este tipo de hombres es que no suelen tener una posición formada sobre algún tema sino que repiten lo que su madre piensa”, explica Goldberg.

¿Cuál es la estrategia natural de cortejo que suelen tener?
Para evitar caer en sus garras. “Suelen buscar relaciones más superficiales y menos comprometidas. De todos modos ellos se muestran más sensibles y eso a las mujeres les gusta”, comenta a la psicóloga.

¿Es un mal curable?
Aunque para muchas resultó una misión imposible, Goldberg explica que hay posibilidades de revertir la situación aunque aclara que hay que tener mucha voluntad.

“El problema es que los hombres muestran este perfil de a poco y una no tiene la posibilidad de elegir”, comenta la escritora y agrega: “Lo mejor es no compararse con la madre, reírse un poco de la situación y ayudarlo a que sea él quien resuelva su conflictiva relación”.

¿Cómo se logra una convivencia pacífica con la suegra?
Con respecto al tema de las suegras, Goldberg realizó una tipología más que llamativa.

-Suegra Narcisista: los problemas y deseos de este tipo de madre política siempre son los más importantes. Ella espera que el hijo comprenda que su rol es más importante y que, por ende, la mujer que tiene que ser complacida es ella.

-Suegra Pulpo: son las que se aferran a la familia del hijo y planifican toda la dinámica familiar. Desde unas vacaciones hasta el embarazo de su nuera.

-Suegra Banquera: con la excusa de facilitar algún dinero a su hijo, sienten que tienen mayor poder con respecto a las decisiones de pareja. Son las que resuelven los problemas de coyuntura.

-Suegra Víctima: es la más común de todas. Es la que se caracteriza por siempre tener anécdotas más impresionantes y sufridas.

¡Atención solteras! Que todavía hay muchos mamengos dando vueltas...

Por Manuela Fernández Mendy

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